domingo, 27 de diciembre de 2009

El bipedismo, desde el simio arbóreo, al Hombre

Imagen de www.archeologia.com
No son pocos los científicos que prescinden de todas las demás peculiaridades de la “hominización”, y que sólo buscan el paso al andar bípedo: “De todos los criterios que se han propuesto, como cerebros más grandes, reducido dimorfismo sexual (diferencias entre los machos y las hembras), el andar bípedo, el espesor del esmalte dental y el aumento de los molares y premolares. Los dos primeros se pueden descartar de inmediato......... el único carácter que nos queda es el bipedismo, aunque debemos preguntarnos si es suficiente. ¿Podrían haber experimentado la locomoción bípeda algunos simios fósiles sin conexión con el hombre? ¿Los convierte esto en antepasados del hombre?”[1]

Es unánime la explicación de que esto sucedió como una respuesta adaptativa a uno o varios cambios climáticos, que fueron transformando la primitiva selva tropical en la actual sabana africana, por lo que algunos primates arbóreos se vieron obligados a cambiar su “hábitat”, y de entre todos ellos, hubo uno que, afortunadamente, justo en ese momento del cambio climático, sufrió una “mega mutación” que transformó por completo su anatomía y pasó de cuadrúpedo arbóreo a bípedo terrestre. [2]

Volvemos al truco de siempre: lo primero, es dar por cierto que los hombres venimos de los monos, y como nosotros somos bípedos y ellos cuadrúpedos, pues esto de pasar a ser bípedo, tuvo que suceder sin ninguna duda, y entre el concurso de posibles explicaciones, ésta es la que más ha gustado; pero vamos a ver si esto es una explicación científica, o una fantasía.

Comparación de la pelvis de chimpancé y de la pelvis humana, con referencia al canal del parto. Imagen de http://2.bp.blogspot.com/
En primer lugar vamos a ver lo que significa eso de adquirir la posición bípeda; para ello, vamos a partir del comentario que hace el famoso evolucionista S.J. Gould : “ El bipedismo no es un logro fácil. Requiere una reconstrucción fundamental de nuestra anatomía, particularmente del pie y de la pelvis. Más aún, representa una reconstrucción anatómica ajena al esquema normal de la evolución humana” [3]
Esa reconstrucción fundamental de la anatomía implica ineludiblemente entre otros muchos cambios que:
· El pulgar del pie tiene que cambiar su disposición, su tamaño y su función propia del pie prensil, a una disposición longitudinal al pie, para apoyar el impulso del paso y de la carrera.
· Todos los huesos del pie tienen que reorganizarse adquiriendo una forma arqueada (el “puente”) para facilitar el equilibrio.
· Las trabéculas del hueso del talón (el calcáneo), tienen que reorganizarse para la nueva disposición de fuerzas, así como todos los enganches óseos de los músculos y tendones del pie.
· La articulación de la rodilla ha de transformarse por completo.
· La cabeza del fémur ha de cambiar su ángulo de inserción en la cadera.
· La cadera ha de transformarse, casi por completo, para facilitar la articulación con el fémur y para posibilitar unos puntos de apoyo a los músculos del glúteo y de la pierna que han de realizar esfuerzos condicionados por nuevas palancas.
· La totalidad de las vértebras de la columna, y todos sus discos intervertebrales, han de transformarse para soportar fuerzas de compresión, en vez de fuerzas de cizalla y de tensión a las que estaba especialmente sometida en la vida arbórea.
· Las apófisis vertebrales han de reducirse al mínimo, pues su razón de ser, (soportar la tensión del arco entre los dos pilares que son las patas), ha desaparecido.
· Ha de modificarse el cráneo para equilibrar su peso en el eje que forman las vértebras cervicales, y para disponer los ojos en la posición adecuada a la nueva postura.
· Ha de modificarse por completo el órgano del equilibrio.
· Y no digamos nada de todas las modificaciones nerviosas y cerebrales necesarias para coordinar todas estas novedades.
· Etc.

Insistimos en una cuestión: ¿de qué le iba a servir, por ejemplo, a un mono, tener una rodilla bípeda si no tenía el pie preparado para andar así?. Y sostener que esos cambios han ido dándose paulatinamente a lo largo de millones de años, todos a la vez y coordinadamente, y encima por casualidad, es algo que, por su improbabilidad, roza lo irracional.
Esqueleto completo de un chimpancé - imagen de http://3.bp.blogspot.com/

Aún con lo absurdo que es esto, vamos a dar algunos argumentos más:

· Cada vez que se ha presenciado la devastación de una selva, bien por causas naturales o a consecuencia de la acción humana, los animales que vivían allí han perecido, o, si han podido, se han refugiado en otra zona de selva próxima. Jamás se ha oído que alguno de los animales que allí vivían, se convirtiese en otra cosa.

· ¿Qué ha pasado, entonces, con los periodos lluviosos y con las glaciaciones que han existido desde el Mioceno?, ¿se ha invertido la “tendencia evolutiva”, y algunos bípedos se han convertido en cuadrúpedos?.

· Lo curioso es que en la sabana viven algunas especies de monos, que alternan su estancia en el suelo con trepar a los árboles, como los monos verdes [4] y los mandriles, [5] y siguen siendo monos, tienen cola, y son cuadrúpedos arbóreos.

· Algunos defienden que ser bípedo era una ventaja para poder huir mejor de los depredadores, y que el tener las dos manos libres era algo muy útil para sujetar mejor a las crías. Que nosotros sepamos, las crías de todos los monos se agarran magníficamente a su madre, aunque ésta esté usando las cuatro extremidades y el rabo para moverse con enorme soltura entre los árboles. Y hasta los osos, que pueden andar bípedamente, y que se colocan en esta posición para imponerse, cuando quieren correr, lo hacen a cuatro patas, porque todos sabemos, y ellos también, que los cuadrúpedos corren más deprisa que los bípedos.

· Y puestos a buscar, hay muchos seres que ciertamente son bípedos, por ejemplo, los canguros y casi todas las aves; ¿por qué no plantear que el hombre se ha originado desde cualquiera de ellos, en vez de inventar un hipotético primate bípedo que nadie encuentra?. [6]

· Se suele confundir caminar con dificultad en posición erguida, con bipedismo. Por ejemplo, uno de los simios actuales, el gibón, baja poco al suelo, pero cuando lo hace camina erguido, un poco torpemente, con los brazos separados del cuerpo para mantener el equilibrio. [7] Y que nosotros sepamos nadie espera que se convierta en un hombre.


· Y Si esto del bipedismo, es lo único importante y no se puede demostrar, realmente poca cosa tienen, aparte de su convencimiento imperturbable de que el hombre desciende del mono.

· Y podemos compartir el comentario del paleoantropólogo paquistaní David Pilbeam: “Si fuéramos a ver a un científico especialista en otra materia, y le mostráramos la pobreza de las pruebas acumuladas, seguramente nos diría: -Olvídenlo; no basta para seguir adelante-“[8]

· Y sin ninguna prueba convincente, ahí lo tenemos en todos los programas televisivos y en todos los textos de supuesta biología: “es un hecho demostrado científicamente: el hombre viene del mono”, ¡qué cara más dura!.

[1] Stringer, Chris y Andrews, Peter: “La evolución humana” Edit. Akal p.144 – 2.005.
[2] Para lo que nos interesa ahora, es indiferente si ocurrió de golpe, como defenderían los “genetistas homeóticos”, o si sucedió gradualmente como defenderían los darwinistas ortodoxos, el caso es que, todos están de acuerdo en que en una, o en varias fases, esto es lo que sucedió.
[3] Goud, S.J. “El pulgar del panda” Edit Orbis – 1.985, p. 139. – citado por Sanvicens, A. “Toda la verdad sobre la evolución” p. 225.
[4] Leakey , R. y Lewin, R. “Nuestros orígenes”Edit. R.B.A. – 1.995; Cap. XIII.
[5] Leakey , R. y Lewin, R. Op. cit. Cap. VIII.
[6] Si alguno de ustedes está pensando en la famosa Lucy (Australopithecus afarensis), ya verá en la entrada siguiente, que a pesar de todo lo que hayan escuchado, no puede considerarse un antepasado del hombre por muchos motivos.
[7] Johanson, D. y Edey, M . “El primer antepasado del hombre” Edit. R.B.A. 1.990 – p. 350.
[8] Leakey, Richard, “La formación de la humanidad” Edit. B.B.A. – 1.993 - p. 52.

Semogil 27 de Diciembre del 2.009

lunes, 21 de diciembre de 2009

Definición y concepto de especie


La pregunta ¿Qué es una especie?, es sin duda el punto más delicado en todo el asunto de dilucidar qué ha pasado con los seres vivos en la Tierra.
Es fácil encontrar cientos de definiciones distintas de lo que una especie es, pero no estamos hablando de cosas, las cuales, pueden ser definidas sencillamente en función de su morfología externa. Estamos hablando de seres vivos, que portan una esencia específica, unos seres vivos que son un compuesto de materia y de algo inmaterial, que les hace ser un perro o una tomatera.
Se que el paradigma evolutivo, está radicalizándose, y como siempre ocurre cuando se han perdido los fundamentos, se está polarizando en los dos extremos, por un lado los taxonomistas no paran de clasificar nuevas especies y subespecies a la menor diferencia morfológica constatable, y por otro lado, están los que defienden sin problemas que todos los seres vivos que han existido y los que existimos en la actualidad, somos la misma especie, para estos, sólo existe una única especie, lo que es lo mismo que decir que no existe ninguna. Esta polarización, por sí sola, es suficiente para poder percibir que el paradigma evolutivo, está agonizando y necesitamos uno nuevo.
El problema más serio cuando queremos hablar de las especies, suele estar cuando intentamos mantener una postura que sea compatible con la de los materialistas, y eso nos lleva a que nos arrastran a su pobre percepción de la realidad.
Pienso que los seres vivos, han de ser abordados en tanto en cuanto lo que son, portadores (miembros) de una esencia específica, seres compuestos de forma inmaterial y materia, lo cual, podemos conocer gracias a la capacidad recibida para poder captar la realidad de las cosas, el don para percibir aquella Luz separada de las tinieblas que está en el origen de todas las cosas.
Puedo entender que desde una postura materialista reduccionista, no se pueda pasar más allá de un límite marcado por lo pesable y lo medible, y por lo tanto no se pueda captar la esencia de los seres vivos, lo que realmente son, ni siquiera es posible desde esa posición, intuirlo ligeramente.
Puedo entender que la metafísica y la biología, son dos campos distintos del saber, y sin embargo, las dos, abordan el estudio del ser vivo, aún así, me resisto a ver un abismo insalvable entre un concepto metafísico de especie y la constatación empírica de la pertenencia o no, de un ser vivo a esa especie, hay que unificar el saber, la fragmentación del saber, y la inversión actual de la justa jerarquía entre ellos, es un desastre de proporciones descomunales.

Por ello, y porque lo necesito para seguir adelante, voy a proponer una definición de especie, que posiblemente más adelante, haya que limar.
Creo que se puede aceptar como especie al conjunto de seres vivos que tienen la misma esencia específica, que corresponden al mismo pensamiento de Dios, y esto hace que presenten parecido morfológico, que (salvo los primeros creados), desciendan de otros seres vivos que les han transmitido esa esencia específica, y que real o potencialmente, sean fecundos entre ellos, y capaces de trasmitir esa esencia específica a sus descendientes, que a su vez, continúan la cadena de fertilidad, la llamada bendición originaria.
No veo un problema insalvable, el poder constatar cuándo esto sucede en la naturaleza, es evidente que no es igual de fácil en todos los casos, pero se puede realizar, y estimo que el límite de la variabilidad morfológica para cada esencia específica, nos viene indicado por la variabilidad que presenten los seres vivos actuales que entren en la definición, corregida por la repercusión sobre esa variabilidad de las condiciones ambientales actuales y pasadas.
Semogil 21 de Diciembre del 2.009

viernes, 18 de diciembre de 2009

Los australopithecus de sudáfrica - El mito de la evolución humana - III



Parte delantera del cráneo de Australopithecus africanus. - Imagen de http://media_2web.britannica.com/



Después de los “curiosos” hallazgos que ya hemos relatado, de los restos del “hombre de Java”, y del “hombre de Pekín”, la cosa estuvo tranquila unos decenios, los evolucionistas por la falta de pruebas, se mantuvieron discretos, y sus discusiones eran más filosóficas que empíricas, hasta que comenzado ya el siglo XX, el triunfo de los comunistas en Rusia, y la encarnizada primera guerra mundial, dieron nuevos bríos a los materialistas, muy interesados en la evolución.
En 1.924, Raymond Dart, encontró en una cantera en Sudáfrica, la mitad delantera del cráneo de un primate muy joven, parecido a un chimpancé en todo, excepto en la dentición. No le hicieron mucho caso hasta que en años posteriores se encontraron dos cráneos más, uno de ellos, parecido al anterior, pero de un adulto, y el otro con mandíbula y muelas más fuertes, y dotado de una gran cresta que recorre el cráneo por su parte superior central. (Esa cresta sirve actualmente a los gorilas para sujetar con fuerza al cráneo los potentes músculos masticadores)[1]
Después de largas disputas entre los paleoantropólogos, les llaman: al pequeño australopitecos africanus; y al grande Australopithecus robustus.


Cráneo de Australopithecus robustus . Se observa el principio de la cresta central del cráneo, la parte posterior se ha perdido. - Imagen de: http://humanorigins.si.edu/


Posteriormente se han encontrado más restos en varias cuevas de Sudáfrica; casualmente ninguno de los cráneos encontrados hasta ahora están enteros, todos, tienen rota la parte occipital, que es exactamente la que rompen los que, todavía hoy, aunque sea ilegalmente, se comen los sesos de los chimpancés. Los restos se encontraron rotos, con señales de haber recibido golpes y mezclados con restos de otros animales, como si hubiesen sido arrojados a un montón de basura. Casi nadie dice nada de los carbones, restos de hogueras encontrados en las mismas cuevas, con materiales vidriosos, que son señal inequívoca de la permanencia ininterrumpida del fuego durante muchos días en el mismo lugar, huesos carbonizados etc. que indican inevitablemente la presencia humana en esas cuevas. Parece lógico entender que algunos nativos africanos se comieron algunos antepasados de los chimpancés allí.[2]

Nadie puede aceptar que ese simio, pudiese hacer fuego hace unos 2 ó 3 millones de años (según sus cálculos). Y como tampoco les interesa reconocer que el hombre estaba allí y se los comió, pues se les ha ocurrido una idea “genial” que es la que todos repiten y que les salva según piensan, su “película” de los hechos, y es que los carbones, entraron a la cueva arrastrados por el agua de la lluvia, y procedían de un incendio forestal de origen natural ocurrido en la selva del exterior de la cueva. Pero eso no puede explicar las vitrificaciones.

Al final, reconocen que los Australopithecus africanus eran, en la forma general del cuerpo, como simios, piernas cortas , brazos largos, y que eran simios arbóreos.[3] Aunque hay todavía algunos que se mantienen empeñados en que los A. africanus eran bípedos y medio humanos, a pesar incluso de que los estudios sobre los huesos de sus manos y sus pies, indican claramente que andaban como los chimpancés y los gorilas, a cuatro patas y apoyando en el suelo los nudillos de sus patas delanteras.[4]
Aún así, los encontrarán incluidos en las genealogías de los antepasados del hombre. Vemos que la cosa sigue igual, unos pocos restos que no dicen nada del origen del hombre, y sí de los antepasados de algunos primates y de la antigua presencia del hombre en esos lugares. Y así ha seguido la cosa hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, en la que se realizaron otros hallazgos significativos, como los cráneos del llamado Homo habilis y el famoso esqueleto de Lucy, que veremos pronto.
Pero en todo ese tiempo, los propagandistas evolucionistas, fueron poco a poco, imponiendo su versión sobre el origen evolutivo de las especies en las escuelas y en la opinión pública, esperando que el asunto del origen del hombre se resolviera a su favor, cuando hubiese menos resistencia cultural a ello. Sabiendo que si se aceptaba la evolución de las especies animales, el que se aceptara la evolución del hombre desde un mono, era cuestión de tiempo.


[1] Johanson, D. y Eddey, M. “El primer antepasado del hombre” Edit. R.B.A. 1.990 p. 66 – 70.
[2] Sanvicens, A. “Toda la verdad sobre la evolución” Edit. Promociones y publicaciones universitarias – 1,996 - p. 333.
Bowden, M. “Los hombres-simios, ¿realidad o ficción?” Edit. Clie 1.984 p. 209.
[3] - Stringer, C. y Andrews, P. “La evolución humana” Edit. Akal – 2.005 - p. 125.
[4] - Richmond, B. G. y Strait, D. S. “Evidence that human evolved from a knuckle-walking ancestor” – Natura 404 – p. 382. 2.000.
- Sandín, Máximo – “Pensando la evolución, pensando la vida” Edit. Crimentales. – 2.006 - p. 253


Semogil 18 de Diciembre del 2.009

martes, 15 de diciembre de 2009

Las pisadas de Laetoli - ¿Quién pasó por allí?

Nativo de la antigua Nueva powerania en las Islas Salomón, imagen de: www.piedrasdeica.es

En 1.977, el equipo de Mary Leakey descubrió un rastro de huellas humanas en Laetoli, Tanzania, con una “antigüedad” de 3’7 millones de años, en estratos del Plioceno medio. [1] En todos los libros que encuentren, esas huellas son atribuidas a los ustralopithecus afarensis (Lucy), ¿por qué?. Pues porque existe la “hominización”, porque en la versión oficial, durante el Plioceno medio, no había hombres y lo único que había para echar mano, en aquella época eran los afarensis. Y de paso, se despejaban las “dudas” sobre si podían esos seres andar bípedamente o no. No importa que no se hayan encontrado los huesos de un pie de afarensis para poder reconstruirlo, ni, tampoco importa que anduviesen con los nudillos de las patas delanteras; no importa nada, conviene y eso es suficiente.

Las huellas se han quedado marcadas sobre unas cenizas que expulsó un volcán cercano. Esas cenizas eran muy ricas en carbonatos, por lo que con una ligera lluvia que cayó, se endurecieron con prontitud y el viento no las amontonó. Pasó primero un individuo que marchaba en dirección Norte; detrás de él, pasó otro individuo, con los pies más pequeños que el anterior, y que caminó durante todo el recorrido del rastro, colocando sus pies en el mismo lugar en el que lo había hecho el primero; a su lado, caminaba otro individuo más pequeño aún, que mantenía con armonía las mismas suaves sinuosidades del rastro, por lo que es fácil inferir que caminaba cogido de la mano del primero o del segundo individuo.

Hay también huellas de animales y de gotas gruesas de lluvia. Las huellas indican que los humanos que pisaron, tenían el dedo gordo y el contiguo igual que nosotros, y su modo de caminar era perfectamente humano. [2]

Vamos a hacer algunas observaciones desde la distancia y confiados en la información que tenemos sobre las huellas de Laetoli. Por supuesto que es sólo una especulación:
→ Vamos a considerar que esas pisadas son de seres humanos como nosotros, que es lo más evidente si se miran sin prejuicios evolucionistas.
→ Vamos a llamar al primer individuo, al más grande: el padre; a la que pisaba en sus huellas: la madre, y al más pequeño, al que iba de la mano de la madre: el hijo. Por supuesto que esto es una suposición que no se puede demostrar, pero facilita un poco las cosas que vienen a continuación, y al final se verá que no es muy “descabellada”.
→ El padre avanza el primero, decidido, con paso constante, en su dirección (caminó hacia el Norte) y en su amplitud (la longitud de la zancada es bastante uniforme). No olvidemos que cerca hay un volcán en erupción y, a diferencia de los animales, estos seres no huyen despavoridos ante un brusco fenómeno natural.

Pisadas de Laetoli, imagen de: http://4.bp.blogspot.com

→ Detrás de él, y siguiendo sus pasos, viene la mujer. El que haya caminado por el campo después de una nevada, comprenderá perfectamente a qué me refiero al decir que pisaba donde había pisado el padre, porque en ese sitio no había “sorpresas” ( no podemos pensar que lo hizo porque las cenizas estaban calientes, porque no hubiera dejado que su niño fuese quemándose y ella no); para andar de ese modo, y siendo más pequeña puesto que su pie lo era considerablemente, tenía necesariamente que forzar su paso, lo que indica una voluntad y una decisión, un plan y la capacidad de realizarlo con habilidad, porque no se sale de las huellas del padre en ningún paso.[3]
→ La posibilidad de que lo hiciese como “jugando a ver si era capaz”, indicaría un comportamiento igualmente humano, la conciencia del desafío interior, la voluntad, la perseverancia.
→ El niño camina de la mano izquierda de la madre, y está acostumbrado a andar de este modo, porque tiene que forzar el paso aún más que la madre, porque el número de huellas es el mismo que el de ella y que el su padre, y porque las suaves oscilaciones del rastro a derecha e izquierda, van en armonía con las de su madre.
→ Después de pasar los tres, una nueva capa de ceniza enterró el rastro hasta que fue descubierto en 1.977.

→ Lo que realmente importa es que no se puede defender que esas huellas las hicieron unos Australopithecus, son huellas humanas, indiferentemente de que sean las huellas más antiguas que tenemos de una familia, o las de tres amigos.

Ya está bien de que jueguen con nosotros hablándonos de varias especies de hombres que se han sucedido a lo largo del tiempo, evolucionando hasta llegar a nosotros, nadie ha definido los límites de variabilidad dentro de la especie humana, y para muestra la foto que encabeza esta entrada, vuelva a verla detenidamente, habla por sí sola, conviene que sepa que su cráneo hubiese sido clasificado sin duda como perteneciente a la especie homo erectus o a homo neanderthal, según los paleoantropólogos que lo hubiesen estudiado, después, piense un poco y responda a esta pregunta:
¿Pertenece ese nativo de las islas Salomón a la especie homo sapiens como usted y yo?

[1] Hay un relato del descubrimiento de las huellas en: – Johanson, D. y Edey, M. "El primer antepasado del hombre" Edit. R.B.A. p.270 – 276.
[2] Lovejoy, C. O. “The origen of man” Science 211 – 1.981 – p. 341 – 350.
[3] Si quieren entender a qué me estoy refiriendo, pueden hacer la prueba en la playa, o si no, pintar en el suelo con tiza las huellas de alguien más alto que usted, y luego intente pisar sobre ellas durante 24 metros al menos.
Semogil 15 de Diciembre del 2.009

domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? y VII -- Los abetos del Oeste de Norteamérica

Copa de un abeto del Oeste de Norteamérica, clasificado como Abies amabilis: http://upload.wikipedia.org/

Veamos qué sucede con los abetos del Oeste de Norteamérica, después de darle varias vueltas, dibujé en el mapa que abría la entrada anterior dos zonas con los números 4 y 5, podía haber puesto sólo una, pero así nos vale para orientarnos, recuerdo que aunque se vea pequeño en el mapa, estamos hablando de una franja de terreno que va desde Alaska en el círculo polar ártico hasta California, y que se adentra considerablemente en el interior del continente, hablamos de una superficie como cuatro o cinco veces la de España.
En la zona 4, más al norte, predomina el abeto gigante (Abies grandis), y en menor cantidad y hacia el sur de esa zona, el abeto gigante convive con Abies lasiocarpa, Abies magnífica, Abies amábilis y Abies Procera. Por lo tanto cinco especies de abetos que conviven juntas.
En la zona 5 más al sur, predominan Abies procera y Abies magnífica, existiendo también poblaciones de Abeto gigante, Abies amábilis y Abies lasiocarpa, las mismas cinco especies de la zona 4, sólo que predominan otras distintas.
Ante esto, lo que uno piensa es que realmente son cinco especies distintas, pero eso es sólo la primera impresión, si buscamos más detalles encontramos que:
· En la zona 5, sobre todo en el noroeste de California, y en los estados de Washington y Oregón, predomina el Abies Procera, pero resulta que se “hibrida” naturalmente con el Abies magnífica, el cual, poco a poco lo está sustituyendo avanzando desde el norte. Este asunto de “lo está sustituyendo”, se puede entender de varias maneras, lo veremos en otro momento.

Picea Abies, imagen tomada de http://www.caliban.mpiz.koeln.mpg.de/

· Resulta que ese Abies magnífica es un “híbrido” entre el Abies procera y el abeto rojo, que ¡oh, sorpresa! ese abeto rojo es ni más, ni menos, que la Picea abies, una Picea que se “híbrida” con un abeto, dos seres vivos de dos géneros distintos que se cruzan y sus descendientes son fértiles. Interesante esto, va a darnos mucho cuartel, no sólo por lo que supone en sí, sino porque el argumento de más peso que presentan algunos botánicos serios para explicar esta capacidad de “hibridación” de los abetos, es que son evolutivamente muy recientes, dicen que provienen del terciario (lo que es, no decir nada, porque el terciario abarca desde 2 a 65 ma.) y las especies aún no están consolidadas, pero mira por donde, resulta que las Piceas son, según aceptan, las primeras coníferas que aparecieron sobre la Tierra al final de la era Primaria.
· En el interior, en Colorado, Utah y Nuevo México, hay otra variedad de Abeto gigante, que algunos, como no, clasifican como otra especie, la llaman Abies concolor, pero se cruza con el abeto gigante, con el amábilis, con el procera, y hasta con el abeto siberiano, así que no le damos más vueltas.
· El abeto gigante se cruza con todos, hasta con el canadiense y el siberiano.
· Resulta que los dos que nos quedan, el Lasiocarpa, y el amábilis, se confunden muy fácilmente, de modo que para distinguirlos, los criterios son: el amábilis tiene los conos (las piñas), un poco más grandes, y crecen mejor cuando son jóvenes en una sombra cerrada; también, si les da muy bien el sol, los conos pueden tomar una tonalidad azulada. (justo lo mismo les sucede a los abetos de Sicilia, Grecia y Corea, que curioso)
Si estos son los criterios de diferenciación específica, prepárense y no pierdan la oportunidad, empiecen a clasificar nuevas especies de seres humanos o de perros, y si alguien piensa que me voy a los animales, da igual, empiecen a clasificar nuevas especies de rosas, habichuelas, violetas, etc.
Afortunadamente, y dado que no podía ser de otra manera, todos los abetos del Oeste de Norteamérica, no son copias idénticas, y tienen sus diferencias, como las poblaciones de cualquier especie de seres vivos.
Visto lo que hay en cuanto a los abetos vivos en el mundo, podemos afirmar que hay una sola especie de abeto, al que llamaremos desde ahora Abies abies, con una amplia variedad morfológica en base a la cual, se pueden distinguir cuarenta o cincuenta variedades o poblaciones locales.
Quedan abiertos tres asuntos:
1 - Definir los parámetros de la variedad morfológica actual de la especie Abies abies.
2 - Dilucidar si la causa de la variabilidad morfológica es genética, ambiental o una interacción de ambas.
3 – Dilucidar si el abeto rojo Picea abies, está mal clasificado, y es un abies, o si está bien clasificado, y entonces ¿qué relación de parentesco existe entre Abies y Picea?.
Ánimo, la veda está abierta, yo voy a dejar por el momento de escribir entradas sobre este tema, se aceptan sugerencias.

La información sobre las hibridaciones es de:
U . U. S. DEPARTMENT OF AGRICULTURE
FOREST SERVICE
PACIFIC SOUTHWEST FOREST AND RANGE EXPERIMENT STATION
POST OFFICE BOX 245
BERKELEY, CALIFORNIA 94701
OFFICIAL BUSINESS
POSTAGE AND FEES PAID
US DEPARTMENT OF AGRICULTURE

Y la información sobre los criterios de diferenciación específica es de http://www.conifers.org/

Semogil 13 de Diciembre del 2.009

viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? VI -- Los abetos Norteamericanos


Esquema orientativo elaborado sobre el mapa físico de América del Norte del Atlas de Bachillerato de la editorial Aguilar. 1- A. balsamea; 2- A. phanerolepis; 3- A. fraseri; 4- A. grandis y otros; 5 – A. procera y otros; 6 – A. guatemalensis.
Vamos a ver en esta entrada los abetos del Este de Norteamérica, algunos autores distinguen allí tres especies de abetos:
1 - Abeto del Canadá, Abies balsamea, crece en el centro y este del Canadá.
2 – Abeto atlántico, Abies phanerolepsis, crece en la costa de Canadá, al sur de Quebec y en las montañas costeras del Noreste de los EEUU, principalmente en el estado de Virginia.
3 – Abeto de los Apalaches – Abies fraseri, crece más al sur, a lo largo de la cordillera de los Apalaches.
Como era de esperar después de lo que ya hemos visto, algunos autores consideran que son tres especies distintas; otros consideran que el abeto del Canadá y el de los Apalaches son dos especies distintas, y el atlántico es un híbrido natural entre las dos; y otros, por último, consideran que los tres son una sola especie que presenta tres variedades o subespecies, puesto que los tres se “hibridan” naturalmente.[1]
El número 6 en el mapa es un abeto centroamericano, que está en peligro de extinción, principalmente por que los ejemplares jóvenes se talan a miles, para usarlos como árboles de navidad. Está suficientemente aislado de las demás poblaciones para no presentar problemas; por el momento, no hemos encontrado información sobre su “hibridación” con otras poblaciones de abetos.
El lio descomunal, está en los abetos del Oeste de Norteamérica, he de confesar que me ha dado verdadero dolor de cabeza, el poder aclararme un poco con la información tan contradictoria que hay, pero ahora ya lo entiendo, es el sitio que hemos buscado por todo el hemisferio boreal, el sitio en el que hay varias especies de abetos creciendo juntas, por algo en esa zona de América está Hollywood y estaban las famosas minas de oro del oeste americano. El filón que he encontrado es más grande de lo que podía esperarme, pero eso queda para otra entrada.
Aún queda algo importante que decir de los abetos del Este de Norteamérica, pero antes conviene ver estos excelentes dibujos del “híbrido” entre abeto de los Pirineos y pinsapo.[2]

Dibujo tomado del excelente trabajo sobre el "híbrido" abies masjoanni entre el abeto blanco y el Pinsapo que aparece reseñado en la nota 2
En ellos se puede ver claramente que el abeto de los Pirineos, que es el mismo que hay en los Alpes y en el resto de Europa, tiene en las ramillas pocas hojas y colocadas como en dos bandas a ambos lados, pues exactamente lo mismo pasa con el abeto de Siberia y con el abeto del Canadá, la disposición de sus hojas es muy similar (por supuesto, las tres poblaciones de abetos se cruzan si crecen juntas).
Mientras que si observamos la disposición de las hojas del pinsapo, vemos que están dispersas radialmente alrededor de la ramilla, justo eso mismo ocurre con todas las poblaciones de abetos del norte de África y Sicilia, y también ocurre eso con las poblaciones de abetos situadas más al sur en Ásia, y curiosamente con el Abeto centroaméricano.
Y en el caso de las tres variedades de abetos que hay al Este de América, conforme bajamos desde Canadá hacia el sur, aumenta el número de hojas en las ramillas, como se ve que sucede en el centro de los dibujos anteriores.
Pronto alguien puede empezar a sacar conclusiones sobre si son los genes, los efectos del ambiente, o la interacción entre ambos, los que acaban decidiendo la morfología detallada de los abetos.
No he hecho, más que apuntar una relación bastante evidente, esto ha de ser objeto de un trabajo largo y serio.[3]
Explicaré pronto lo que me he encontrado en el Oeste de Norteamérica.
[1] (E. Munray 1.982)
[2] D. Soto García et al – “Descripción del híbrido Abies x masjoannis” Invest Agrar: Sist Recur For (2004) 13 (2), 347 – 356.
[3] Lleven cuidado con las fotos en la red, que cada uno le pone al abeto el nombre que quiere y ya he pillado bastantes gazapos.
Semogil 11 de Diciembre del 2.009

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? V Los Abetos asiáticos

Esquema elaborado sobre el mapa físico de Asia del Atlas de Bachillerato de la editorial Aguilar
Distribucción geográfica de las cinco especies de Abetos de Asia: 1 – Abeto de Siberia (Abies sibirica); 2 – Abeto blanco siberiano (Abies nephrolepsis); 3 – Abeto del Himalaya (Abies spectábilis); 4 – Abeto de Pindrow (Abies pindroe): 5 – Abeto japonés (Abies firma).
Es posible que algún lector del blog, esté ya cansado de tanto abeto, esto es algo parecido a una investigación contada en tiempo real. Yo tengo que seguir hasta donde pueda. Si no os interesa por donde va esto, decídlo en algún comentario y cambiaré de asunto, hay mucho que tratar. Pero está claro que yo voy a seguir hasta saber lo que pueda sobre este asunto de los abetos que está resultando más jugoso de lo que me podía haber imaginado, y si no, atentos:
He tenido que dibujar el mapa de arriba porque no he encontrado ninguno, puede que no sea muy exacto y menos a esa escala, pero sirve al menos para orientarnos.
En Asia se clasifican normalmente cinco especies de abetos, el Abeto siberiano (Abies sibirica) que crece en toda la taiga asiática, llega hasta los 67 grados de latitud Norte; hay una población aislada geográficamente del resto, en Kyrgyzstan, y como no, hay algunos que lo clasifican como una especie distinta.[1]
El segundo es el abeto blanco de Siberia, también conocido como abeto coreano (Abies nephrolepsis), vive en las dos Coreas, en China y en las regiones pacíficas de la antigua URRS, llamadas Amur, Khabarovsk y Primorye. Algunos autores[2] consideran que es sólo una variedad del abeto siberiano, con el que por supuesto se cruza naturalmente.
El tercero es el abeto del Himalaya (Abies spectabilis) que vive en el Himalaya, desde el norte de Afganistán, en la India y en China y el Nepal, vive hasta los 4.200 metros de altitud.
El cuarto es el abeto de Pindrow (Abies pindroe) que vive a menos altura que el anterior, en una franja que va desde Pakistán hasta la India, pero resulta que se “hibrida” naturalmente con el Abeto del Himalaya, así que hay bosques en China y Nepal, que no se puede distinguir claramente de cuál de las dos especies son[3]



Abeto de Corea, Abies nephrolepsis

Y el quinto es el abeto del Japón (Abies firma) que vive en las montañas de las tres islas más grandes del archipiélago japonés.

Vemos pues que las poblaciones de abetos asiáticas están separadas geográficamente, no hay ni un solo bosque (y mira que Asia es grande) en el que convivan dos especies de abetos; y las poblaciones que se aproximan, se cruzan (hibridan, dirían ellos) entre sí.
Exactamente lo mismo que vimos que pasa en Europa. Pero además resulta que:
El abeto de los Pirineos (A. alba), se cruza con el Coreano (A.nephrolepsis).
El abeto de los Pirineos (A. alba), se cruza con el siberiano (A. sibirica).
El Pinsapo (A. pinsapo), se cruza con el de Pindrow (A. pindroe).[4]

Así pues, esto parece una guasa, parece que no sólo los abetos europeos son una sola especie, sino que también se cruzan naturalmente con los asiáticos. Así que por lo que estamos viendo, los abetos euroasiáticos son una única especie con muchas variedades locales.
Sólo nos queda ver qué pasa con los abetos de Norteamérica.
Ánimo, queda poco.

[1] Unos dicen que es una variedad del siberiano, otros que es una especie distinta: Abies semenovii (B. Fedisch), pero la mayoría mantienen que es el abeto siberiano, por supuesto que es interfecundo con el.
[2] Trautv. Ex Maxim
[3] Vidakovic – 1.991, y Vladimir. Dinets – 2.004
[4] U . U. S. DEPARTMENT OF AGRICULTURE
FOREST SERVICE
PACIFIC SOUTHWEST FOREST AND RANGE EXPERIMENT STATION
POST OFFICE BOX 245
BERKELEY, CALIFORNIA 94701
OFFICIAL BUSINESS
POSTAGE AND FEES PAID
US DEPARTMENT OF AGRICULTURE
Semogil 10 de Diciembre del 2.009

lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? IV

Distribucción actual de las coníferas - Imagen de http;//cienciaescolar.net

No ha costado mucho encontrar una respuesta a la pregunta que plantee, y que conservamos como título, el asunto no es tan sólo una cuestión de un término, alguien puede pensar: ¿qué importancia hay en llamarlas especies o variedades, es un detalle para los expertos?. Pero no se trata del nombre que le demos, se trata de lo que realmente son, de momento he podido confirmar que cuatro de las 9 supuestas “especies” de abetos del Mediterráneo, son interfecundas y sus descendientes, fértiles, luego son árboles de la misma especie, no pueden vivir juntos sin cruzarse manteniendo cada uno su propia morfología, sus caracteres se entremezclan.
Por lo tanto es un “apaño evolutivo” llamar híbridos a los cruces entre variedades de la misma especie.
Esto es sólo el comienzo de una investigación que no se hasta dónde nos puede llevar, en otros trabajos anteriores a este blog, ya reuní gran cantidad de informes científicos que refutan el paradigma evolutivo, ahora, intentaré vislumbrar algo de lo que ha sucedido realmente con los seres vivos en la tierra a lo largo de las eras geológicas, y de momento, el asunto está centrando en los abetos, que pertenecen a las coníferas. [1]
Presencia de fósiles de los principales grupos - Imagen de www.antartica.uchile.cl

Según se nos cuenta, las coníferas están en la tierra desde la última parte de la era primaria, y todas las especies que existieron entonces, procedían de unos antepasados que no eran coníferas, y todas ellas, tal como eran, se extinguieron porque fueron evolucionando a otras especies cada vez más modernas, hasta llegar a las que viven en la actualidad.
Creo que esto no es realmente lo que ha sucedido, no puedo precisar todavía qué es lo que ha pasado con las coníferas, ¿cómo se han originado?, ¿cuántas familias y especies hay realmente?, ¿Cuál es la variedad especifica que se puede aceptar?, etc. pero pienso revisar toda la información botánica y paleobotánica a mi alcance para intentar una interpretación sin el prejuicio evolucionista.
Esto es una tarea ingente, por ello si alguien que vea esto, quiere colaborar, bienvenido de antemano.
Pienso, y cuanto más me informo, más me convenzo de que no estoy muy descaminado, que no sólo en la actualidad hay muchas menos especies de coníferas de las que nos dicen, sino que también, llevan en la tierra mucho más tiempo –y sin evolucionar- de lo que ningún evolucionista quiere admitir.
Voy a contar un caso tan reciente, que la información es del mes pasado. Se trata de un tipo de ciprés (cedro según los autores o Thuya según otros) llamado Papuacedrus papuana, una conífera de algunas islas de Oceanía, que actualmente se encuentra sólo, en las zonas tropicales montañosas de Nueva Guinea (Papua) y las Molucas. No es necesario repetir ahora toda la interpretación desde el paradigma vigente de cómo la evolución ha trabajado, codo con codo, combinando la adaptación, la selección natural, y el aislamiento geográfico, hasta llegar a esa especie endémica.
Por otro lado, en la Patagonia (sur de Chile y Argentina), se habían encontrado algunos restos de un ciprés fósil, clasificados como pertenecientes a la especie extinta Libocedrus prechilensis, a la que se considera antepasado evolutivo del actual ciprés del sur de los Andes.
Pues bien, se acaba de publicar un informe en el que se cuenta que se han encontrado en la Patagonia, nuevos y mejores restos fósiles de esta última especie, incluyendo conos (frutos) adheridos al follaje, con semillas inmaduras, también se han podido precisar el tipo, la forma y la disposición de los estomas de las hojas, y con amplitud de miras y de conocimientos, los paleobotánicos que han llevado la investigación, los han clasificados como semejantes a los del actual Papuacedrus papuana . [2]

Fósil de papuacedrus papuana encontrado en la Patagonia - Imagen de http://dayala1.readyhosting.com

Los fósiles son del Eoceno, de hace unos 50 ma. (según las edades generalmente aceptadas). Aparte de las repercusiones de la conexión paleogeográfica entre las islas de Oceanía y la Patagonia, está el asunto de la interpretación evolutiva que se ha dado hasta ahora para explicar la existencia del Papuacedrus.
Y por si eso es poco, según las estimaciones más desfavorables, un ciprés alcanza la madurez reproductiva entre los 10 o 15 años, por lo que poniéndonos en lo peor, podemos considerar una nueva generación de cipreses cada 25 años, por lo que el Papuacedrus, lleva en la Tierra, al menos 2.000.000 de generaciones sin evolucionar, ni siquiera en la forma y disposición de los estomas de sus hojas. ¿Qué curioso, verdad?.



[1] Las coníferas son un gran grupo de vegetales superiores, que además de especies, géneros o familias de árboles extintos, engloba a los actuales: pinos, abetos, cedros, secuoyas, cipreses, piceas y otras familias menos conocidas.
[2] Peter Wilf, Stefan A. Little, Ari Iglesias, María del Carmen Zamaloa, María A. Gandolfo, N. Rubén Cúneo, and Kirk R. Johnson. Papuacedrus (Cupressaceae) in Eocene Patagonia: A new fossil link to Australasian rainforests. Am. J. Bot. 2009 96: 2031-2047.
Semogil 7 de Diciembre del 2.009

sábado, 5 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? III



Ya hemos encontrado la respuesta a la pregunta que encabeza estas tres últimas entradas, los abetos circunmediterráneos, a pesar de todo lo que quieran decirnos, no son 9 o 10 especies distintas, son sólo variedades de una única especie, son abetos, y no sabemos qué nombre específico sería el adecuado.

Abeto Griego - Abies cephalonica - Imagen de http://www.theoi.com/
Sólo buscando un poco, hemos encontrado que:
· El Abies cephalonica, el abeto que vive en Grecia, se hibrida naturalmente con el abeto blanco que vive en Los Balcanes , y no es que ocasionalmente se puedan hibridar, sino que los híbridos son fértiles y forman grandes bosques en las montañas que separan el noreste de Grecia, de la antigua Yugoeslavia, se le llama Abies borisii.[1]

· Resulta que el Pinsapo se hibrida con el Abies cephalonica (el abeto griego), como pudieron comprobar en Verrieres, al sur de París hace ya un siglo, le pusieron Abies Vilmorini (Mast) y por supuesto, sus descendientes son fértiles.[2]
· Resulta que también el pinsapo se hibrida espontáneamente con el abeto blanco, el de Los Pirineos, y a sus descendientes les llaman Abies masjoani, por el nombre de la masía catalana y de su propietario que fue el que tenía abetos, plantó pinsapos y vio lo que pasaba al plantar las semillas, nacieron árboles con mezcla de sus características, y por supuesto, son fértiles.
De momento no hemos encontrado más datos, pero con esto ya es suficiente, nadie se extraña de que de la unión de un blanco y una negra, nazca un mulato, y mucho menos se les ocurre decir que sus padres son cada uno de una especie.
Si saben que las distintas poblaciones de abetos mediterráneos son fértiles entre ellas, por qué siguen diciendo y escribiendo que son especies diferentes, ¿es que han olvidado que existe el término variedad?, ¿ya no recuerdan la definición de especie?, ¿es un ligero descuido?, ¿nadie se atreve?, ¿o hay otra intención?.
Abies borisii - Imagen de http://www.muhlenberg.edu/

Ahora debo seguir tirando del hilo, vamos a ver si encontramos más datos de estos cruces que les ha dado por llamar hibridaciones, y a ver qué pasa con el resto de poblaciones de abetos que hay por el mundo.

[1] Hewit, G.M. “The genetic legacy of the Quaternary ice ages” Nature 405 – p. 910
[2] D. Soto García et al – “Descripción del híbrido Abies x masjoannis” Invest Agrar: Sist Recur For (2004) 13 (2), 347 – 356
Semogil 5 de Diciembre del 2.009




Especies o Variedades? II


Cono y ramas de Abies normanianna que es el que vive en El Caucaso, entre el mar Negro y el mar Caspio

En la entrada anterior, resumimos de una forma coloquial, lo que pensaban los botánicos evolucionistas actuales sobre el origen de las distintas especies de abetos de la región mediterránea. Pero voy a intentar ser más riguroso y a proceder un poco más acorde con el método académico, porque lo que está en juego no es una cuestión de términos, es una cuestión de validez o invalidez del paradigma evolutivo.
Vamos a citar algunas de las cosas que han escrito los científicos sobre este asunto:
· “El periodo de aparición de las distintas especies circun-mediterráneas del género Abies, así como el lugar de origen y posteriores migraciones, es aún un tema controvertido al no existir evidencias suficientes que expliquen las relaciones inter-específicas y la disyunción actual de su área de distribución.[1]
· Durante el Pleistoceno inferior (unos 5 ma.), Parece que la cuenca mediterránea debió estar ocupada por extensos bosques del antepasado común de los abetos mediterráneos actuales[2]
· A partir de ese ancestro común, por diversas migraciones y fragmentaciones se ha llegado a las especies actuales, en las cuales se pueden distinguir dos grupos bien diferenciados: abetos arcaicos y abetos modernos.[3]
· Los abetos del sur (los pinsapos y el resto de especies del norte de África, Sicilia, Grecia y Asia menor) son los más arcaicos, y los del norte, como el abeto blanco (Pirineos, Apeninos, Balcanes y Alpes) son los de rasgos más modernos, lo que indica una especiación más tardía.[4]
· La reducción de los bosques de abetos y la formación de las distintas especies, se debe a una progresiva aridificación del clima que ha sido más patente en la zona del mediterráneo sur. Todo esto dentro del contexto del calentamiento global del planeta.[5]
Cono y ramas de Abies nebrodensis que es el aneto que vive en las umbrias altas de las montañas de Sicilia

· A mediados del Mioceno[6] (15 – 20 ma. ¿?) las grandes extensiones de bosques de abetos empezaron a fragmentarse y retirarse, debido a alternancias climáticas con periodos húmedos y secos, empezando por el mediterráneo sur-este, y avanzando progresivamente hacia el Oeste y el Norte.[7]
· A pesar del gran parecido morfológico de algunas de estas especies, las distancias genéticas entre ellas, (medidas calculando las diferencias que existen entre alguna de sus encimas) son elevadas.[8]
· Parece ser que lo que más afecta a los abetos, y que está mermando en la actualidad las poblaciones de pinsapos que viven a menor altitud, es el ramoneo y la extremada sequedad de los veranos, que los hace más débiles ante los ataques de hongos y perforadores.[9]
El resumen es más o menos el que expresábamos en la entrada anterior. La existencia de los distintos tipos de Abetos alrededor del Mediterráneo se explica de acuerdo con el paradigma evolutivo, con unas pinceladas de calentamiento global, tan de moda para alcanzar subvenciones y con otra pizca de genética que le otorga el sello de “comprobado”, “demostrado”.

Cono y hojas de Abies numídica que es el abeto que vive en las umbrias de las montañas del norte de Argelia en el Norte de África. Imagen de www.dkimages.com

Veremos que queda en pie de todo esto, si nos atrevemos a considerarlo desde otra perspectiva, y no desde el paradigma evolutivo. Ahora que he mordido la presa, no pienso soltarla.

[1] Blanco E. et al. “Los bosques ibéricos” Edit.
Planeta 1.997
[2] Meyen, S.V. “Fundamentals of Paleobotany” Chapmam and Hall London 1.987
[3] Farjon, A & Rushforth, K.G. “Classification of Abies Miller (Pinaceae)” Notes of the Royal Botanical of Edinburgh – 46 p. 59 – 79. – 1.989
[4] Alba Sánchez, F. et al – “Historia paleoecológica y modelo de idoneidad de Abies alba Mill. En la cordillera Pirenaica” Pirineos 164 p. 95 – 2.009
[5] Aussenac, G. “Ecology and ecophysiology of circum-mediterranean firs in the context of climate change” Anuals of forest science – 59 p. 823 – 832 – 2.002
[6] En esa época fue la orogenia “Alpina”, y se formaron los Alpes, el Himalaya, los Pirineos y las cordilleras Béticas que emergieron del mar. Por lo que imaginamos que quiere decir después de la orogenia, no podemos hablar de poblaciones de Abetos en montañas que no existían.
[7] Carrión, J.S. et al “Glacial refugia of températe Mediterranean and Ibero-North African flora in south-eastern Spain: new evidence from cave pollen at two Neanderthal man sites” Global Ecology y Biogeography – 12 p. 119 – 2.003
[8] Scaltroyannes, A et al “Allozyme differentiation in the Mediterranean firs Abies. A firs comparative study with phylogenetic implications” Plant Systematics and Evolution – 216 p. 289 – 307 – 1.999
[9] Linares, J.C. y Carreira, J.A. “El pinsapo, abeto endémico andaluz” Ecosistemas – 15 – 2.006
Semogil 3 de Diciembre del 2.009